Observaba tranquilamente el movimiento de la calle desde la terraza de mi piso, los coches pasando, la gente paseando, charlando, fumando...
De repente algo que avisté me llamó la atención, una chica que estaba a punto de cruzar la calle, algo en ella me hacía fijar la mirada sin moverme, sin distraerme, no sé qué pasaba en ese exacto momento, pero sentía algo inexplicable. Podría ser la mujer de mi vida, o una gran amiga, o a lo mejor una consejera, aquellas que te dan los mejores consejos, que te ayudan a ligar con otras chicas, y que muchas veces tienes éxito.
Bueno, quizá sería una mujer común como todas las demás, que solamente está pasando por la calle. Pero me había vuelto loco por esta mujer.
Ella llevaba traje deportista, a lo mejor era una deportista que estaba yendo a correr... la chica era pelirroja, joder, nunca me había fijado en una chica con el pelo rojo, tenía una cara alegre, un rostro sensible, parecía estar siempre de buen humor, llevaba pantalón corto, así que se podían ver todas sus piernas lindas, blancas como la nieve, una piel sin defectos, hecha a medida. La combinación de ropa parecía hecha a propósito, pues tenía una camiseta blanca, unas zapatillas de deporte blancas, el pantalón corto negro, y los calcetines NEGROS, increíble, nunca había visto nada igual... la joven cruzaba la calle, a mis ojos parecía que desfilaba con un talento tremendo, la quería de todos los modos, iba a bajar para conocerla y a lo mejor tomar algo en la cafetería, yo estaba flipado, pero luego cuando llegó al otro lado de la acera abrazó y besó los labios de un hombre, parecía ser su novio, pues le agarraba con fuerza, un hombre grande, negro, y fuerte. Pronto partieron juntos, y yo triste cabizbajo me quedé allí en la terraza esperando el próximo amor de mi vida pasar, para sacar otra foto, y tal vez bajar, conocerla, e invitarla a tomar un caña.
Lucas
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